TRESH.- ¿Quién es usted?
RUSKIA.-
Plancho almas.
TRESH.-
¿A qué ha venido?
RUSKIA.-
A plancharle el alma. La tiene arrugada.
TRESH.-
¿Y eso cómo se hace?
RUSKIA.-
Primero con mucho cuidado y tacto. Le diré que incluso con cariño.
Hasta el momento del vapor. Eso hay que hacerlo todo muy rápido y
ágil para que duela lo menos posible. Si se hace bien, y esto es un
arte, puede ser cosa de un espacio de tiempo humano minúsculo.
Apenas más perceptible que el pinchazo de una aguja. Lo importante
es saber o no saber en absoluto. Hacerlo inconscientemente funciona.
Conozco a unos cuantos planchadores de almas inconscientes que son
delicados y precisos. El problema de la inconsciencia es el de
siempre. Te llega una lista o un listo y te pone trampas que eres
incapaz de ver y te haces daño y haces daño al listo. Una vez un
listo que intentaba evitar que le plancháramos el alma escondió su
identidad verdadera en otro cuerpo y al no corresponderse, el cuerpo
huesped sufrió daños irreparables; pero no solo eso, al retornar el
alma a su cuerpo natural fue imposible realizar el proceso habitual y
el sufrimiento del listo dio como resultado una discapacidad
permanente. Lo mejor es dejarse hacer sin ofrecer resistencia. Se lo
digo después de más de diez años planchando todo tipo de almas.
TRESH.-
¿Diez años planchando almas? Eso no es mucho teniendo en cuenta la
complejidad de la que habla.
RUSKIA.-
Diez años nuestros, no suyos. El tiempo es un concepto en el que
mejor no entramos, si le parece. Para plancharle el alma debo cuadrar
círculos y doblegar paralelas estelares en el plano universal de los
destinos. Disculpe que esto no se lo pueda explicar.
TRESH.-
¿Qué riesgos implica saber?
RUSKIA.-
Sí, claro, saber implica otros riesgos. Riesgos como la pérdida
total del alma si no se sigue el protocolo del planchador. La
confianza debe darse por completo. Una duda hace peligrar el proceso.
Le pongo un ejemplo. Si le digo en un momento dado, expire, expire,
no inspire. Son los detalles más ínfimos los que pueden
desestabilizar el proceso de manera irreversible.
TRESH.-
Pero quizás un buen planchador pueda reconducir...
RUSKIA.-
Un buen planchador de almas puede domar un proceso que se tuerza pero
todo tiene un límite pues se trata de un proceso que en el otro lado
tiene una precisión sin márgenes, ¿entiende?
TRESH.-
No sé si lo entiendo.
RUSKIA.-
Claro, es que lo mejor no es entender, lo mejor es confiar.
TRESH.-
¿Tengo otra opción?
RUSKIA.-
En realidad no, pero tenemos indicaciones previa está incluída. Normalmente
facilita el camino.
TRESH.-
Habla del otro lado...
RUSKIA.-
El otro lado solo es un forma de hablar pues el otro lado también es éste. Somos aquí y allá. Pero allá se producen cambios que aquí
son apenas imperceptibles si al planchar el alma todo va bien. Allí
se generan las construcciones pertinentes para que la red quede
imbricada de manera estable. Disculpe la falta de concreción pero
aquí no es imaginable y yo hace mucho tiempo que tengo una parte de
mi memoria adaptada a esta dimensión. Imposible traducir con
precisión. Solo puedo aproximarme.
TRESH.-
Entonces lo primero es dar mi consentimiento.
RUSKIA.-
Es lo ideal. De lo contrario me fuerza a que su consentimiento sea
trasladado al otro lado donde ya ha sido dado ese consentimiento,
piense que sino no me habría presentado en su casa. Eso lo
complicaría todo. Para que se haga una idea. Deberíamos aislar el
tiempo y el espacio del resto de materialidad doblando su
personalidad en otro cuerpo que fuera reconocido por su vecindario, lo cual nos obligaría a intervenir todo su mundo
de una manera no natural para después esperar a que usted, llegado a
un punto temporal que es mejor no se imagine nunca, de al final su
consentimiento.
TRESH.-
¿Me torturarían?
RUSKIA.-
Jamás. Ese concepto está erradicado en nuestros mundos. Pero quizás
en su mundo todavía exista, entiendo que lo pregunte.
TRESH.-
Para alguien que quiera plancharse el alma con usted qué le sugiere.
RUSKIA.-
Aparte de confianza, verdad la justa. Su verdad propia como
individuo. Esa no vale. La verdad es algo que aquí se ha reducido a
una forma de percepción que no sirve, una mirada que sostiene
alguien contaminado por el entorno y por el intorno. La verdad se ha
convertido en un punto de vista y eso es una desviación del concepto
verdad. La verdad es otra cosa. Ahora mismo trabajamos afanosamente
para devolverle el sentido a esa palabra, aquí ha sido sepultada y
violentada. No me es dado profundizar en un tema tan complejo pues
son las más altas esferas las que están dilucidando la mejor forma
de devolverle a la verdad su acepción y sentido correctos. Esta
nueva fase de llegada del ejército de planchadores y planchadoras de
almas responde a parte del plan para recuperar la verdad. En el alma
anida la verdad. De ahí y solo de ahí debe emerger. De ahí
emergerá cuando le haya planchado el alma. ¿Alguna pregunta más?
TRESH.-
¿Después del proceso continuaré siendo yo?
RUSKIA.-
Sin lugar a dudas será usted pero perfeccionado.
TRESH.-
¿Qué quiere decir?
RUSKIA.-
Estará alineado con las nuevas directrices del mundo. Pero no se
preocupe. Mientras le planchamos el alma a usted, compañeros y
compañeras mías están planchando miles y miles de almas. De hecho,
yo mismo, mientras hablo con usted he planchado ya más de
trescientas mil almas. La suya por ejemplo ya está abierta.
TRESH.-
¿Tengo que firmar algo?
RUSKIA.-
Nada de firmas, con su palabra es suficiente.
TRESH.-
De acuerdo. (Pausa.)
Una última pregunta: ¿seguro
que mi contribución va a servir para mejorar la condición humana?
RUSKIA.-
A todos los niveles, incluidos los que ignoran.
TRESH.-
Dígame cómo necesita que me ponga.
RUSKIA.-
Acérquese. Lo ha hecho muy bien. Ya le dije que si no ofrecía
resistencia apenas se daría cuenta.
Santa
Coloma de Gramenet. Lunes, 6 de noviembre de 2017
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