THE LESBIAN SISTERS

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Fotos de Eugenia Gusmerini

jueves, 25 de marzo de 2010

'L'illa de l'última veritat', de Flavia Company


‘… hi ha gent especialment dotada per naufragar…’ (‘hay gente especialmente dotada para naufragar’). Y yo añadiría, y gente especialmente dotada para sobrevivir al naufragio, porque de eso precisamente habla ‘L’illa de l’última veritat’ (‘La isla de la última verdad’), de Flavia Company, de naufragios y supervivencia.
No sé por qué, pero siempre he sentido una irrefrenable atracción por cualquier historia que hable de la supervivencia a una catàstrofe en condiciones infrahumanas. Ya sean campos de concentración nazis, ya sean historias apocalípticas o de naufragios en islas solitarias. Y siempre me hago la misma pregunta: ¿cómo aguantaría? ¿Sobreviviría?
Cuando empiezas a leer, es cierto, ya sabes que el doctor Prendel fue capaz de salir de aquel islote, pero aún así la pluma que maneja la tensión, es decir, la señorita Company, consigue que cuando estás a punto de agarrar la zanahoria te tengas que estirar unos metros más allá para volver a tenerla al alcance, de manera que no dejas de leer hasta que lo acabas. Es una novela llena de anzuelos. Anzuelos que cumplen sus expectativas. Y no lo puede hacer cualquiera, sobre todo teniendo en cuenta que la novela está basada en una historia universal que desde el inicio ya tenemos la sensación de haber escuchado en otro tiempo, en otra vida como lectora. Sin pensar demasiado, salen títulos como ‘Robinson Crusoe’, ‘Relato de un náufrago’ o hasta ‘La piel fría’ y aquellos versos que tanto me gustan de Peri Rossi: No conoce el arte de la navegación / quien no ha bogado en el vientre / de una mujer, remado en ella, / naufragado / y sobrevivido en una de sus playas.
No importa si al personaje misterioso del doctor Prendel se le ve el plumero en algún momento. Y no diré más para aquellos y aquellas que no se esperan el final. Pero sí añadiré que lo importante no es saber la verdad que, por otro lado, se adivina pronto, sino la dimensión que adquiere la historia una vez esta verdad ha sido destapada. Cómo afecta a los personajes principales, sobretodo a Phoebe, la escritora del naufragio. Magistrales son las dos últimas frases del libro, sin duda.
Pero lo más bonito de la historia del náufrago Prendel, es la necesidad de redención que todos podemos llegar a tener en algún momento de nuestra vida y la creencia de que la palabra escrita nos dará la absolución de nuestras miserias. Que otros sean testigos, porque de eso va la escritura, entre otras cosas.
Apenas ciento cuarenta páginas que alternan acertadamente la primera y la tercera persona, así como el presente histórico y el pretérito indefinido, atendiendo a la persona que narra la historia, si el mismo Prendel dentro de la historia que Phoebe escribe o la Phoebe escribiendo la historia del doctor Prendel. Apenas ciento cuarenta páginas que se leen en una exhalación.
Un estilo claro y directo, alejado de aquel otro un tanto más críptico de otras novelas suyas. Y es que, desde que me hice mayor, me gustan las cosas claras. Lo que no ha dejado de hacer son esas frases susceptibles de ser subrayadas, a lápiz, si puede ser:
‘Beu massa’, hauria dit el meu avi, ‘i això sempre és per alguna raó, Phoebe, la gent sempre es beu en forma d’alcohol les coses per les quals no troba solució’ (‘Bebe demasiado’, habría dicho mi abuelo, ‘y eso siempre es por alguna razón, Phoebe, la gente siempre se bebe en forma de alcohol las cosas para las que no encuentra solución’)

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